martes, 3 de noviembre de 2009

SOBERANIA POPULAR Y REFORMA CONSTITUCIONAL

Soberanía Popular y Reforma Constitucional

A Jean-Jacques Rousseau, debemos el concepto de soberanía popular, y a la Revolución Francesa el hecho de ser acuñada por primera vez en un texto Constitucional; de allí, que defender la opinión russoniana, en relación a que la misma es el ejercicio de la autoridad soberana que reside en el pueblo y que se ejerce a través de los poderes públicos de acuerdo con su propia voluntad y sin la influencia de elementos extraños, sigue siendo un imperativo revolucionario.El constituyentista del 98 reafirmó este planteamiento colocando en el Artículo 5 de Nuestra Constitución: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público”. Ahora bien, en la Reforma Constitucional propuesta y promovida por el Presidente Hugo Chávez Frías, estos conceptos de algún modo son trastocados, sobre todo en lo que atañe al mismo poder popular. Al respecto veamos lo que señala el “reformado” Articulo 136 en su segundo aparte: “El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. Este no nace del sufragio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población”.Al margen de las implicaciones que esta propuesta tiene en cuanto a la afectación que sufre el Articulo 5, que obligaría a recorrer el camino de una constituyente y no el de la reforma; porque así lo expresa la propia norma Constitucional en su Articulo 342, y que seria objeto de otro debate, consideramos oportuno alertar; que si bien es cierto que este proceso revolucionario ha estado signado por la participacion protagónica del pueblo, y que nunca antes, sociedad alguna había transitado por el camino revolucionario de forma tan pacifica y democrática; hoy estamos corriendo el riesgo de que en aras de “avanzar” en la consolidación del mismo poder popular, caigamos en conductas excluyentes y limitadoras del mismo proceso que decimos defender. En este sentido, y corriendo el riesgo de que se me acuse o descalifiquen mi condición de militante revolucionario, propongo la siguiente redacción incluyente del Articulo 136: “…El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. Este nace del sufragio y de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población…”. De lo contrario, estaríamos emulando los conceptos de soberanía defendidos por el también francés Jean Bodin, quien dos siglos antes de la revolución francesa, expresara que la soberanía era el poder absoluto y perpetuo de una República, y soberano debía ser el monarca, cuyo poder se caracterizaba por ser absoluto, perpetuo, supremo, ilimitado, indivisible e imprescriptible.







IDENTIDAD.
Escribir sobre “identidad” podría parecer para algunos un asunto trivial. Cada generación ha visto el tema desde la perspectiva que sólo puede asumir un hombre de su tiempo. Consideramos que en el marco histórico de la contemporaneidad, es un ejercicio inédito el hacer lecturas en torno a este inagotable problema. Nuestra generación ha asumido el asunto con otros ojos. Con una dimensión única que ha sido marcada por la perspectiva que da el tiempo, que todo lo transforma. El interminable tema ha adquirido niveles de complejidad tal, que volver una vez más sobre el tópico de la identidad, es trabajar en un campo donde mucho se ha dicho, pero lo mejor está tal vez por aclararse, dado su carácter dinámico y cambiante. Particularmente en la manera como hemos de abordarlo desde el punto de vista educativo. Entonces el problema en cuestión se vuelve fascinante.
1. Aclaremos: ¿Qué es identidad?
Intentando asir un concepto en términos tan sencillos como esclarecedores, identidad vendría a ser el conjunto de elementos
culturales que nos hace diferentes. Esta diferencia no sólo abarca el ámbito de lo social, sino que la identidad condiciona la existencia de aspectos de carácter personal entre los miembros de un grupo.
Identidad, por consiguiente, son los elementos culturales los cuales nos dan características propias con cierta uniformidad que nos identifica como pueblo, nación, comunidad o grupo de pertenencia.
Cuando uno va a Maracaibo o a Ámsterdam, percibe una diferencia en la forma de ser, de interactuar y de manifestar las diferentes expresiones culturales entre los habitantes de estas dos ciudades. Eso es identidad; lo que hace particularmente propio o distinto a una sociedad determinada y, por consiguiente, a los miembros que conforman la misma.
El tema, ha llevado a los pensadores o estudiosos de la identidad a planteárselo de múltiples formas. En lo educativo, pensamos que el docente ha de tener una percepción meditada sobre este asunto, a efectos de asumir una posición atinada, cargada de sentido común, que le permita esclarecer el problema ante las innumerables situaciones en las cuales se va a ver impelido a opinar o discernir sobre esta cuestión.
Particularmente en lo que respecta a la identidad del hombre de la contemporaneidad, tan vapuleado por las tecno-ciencias, las cuales han conducido a enormes cambios que han afectado todos los confines del planeta. Incluso el concepto de identidad, ha sido modificado por la contemporaneidad; por ello, este tema adquiere un carácter inédito al ser asumido por el hombre de nuestros días.












DIGNIDAD HUMANA: REQUERIMIENTO MÍNIMO Y CRITERIO DE JUICIO DE UN PROCESO DE DESARROLLO.

En su importante libro Development as Freedom Amartya (1999-2001) argumenta que libertad debe ser vista como el objetivo primario tanto como el principal medio del desarrollo. Haciendo una re-definición del concepto de pobreza (’poverty as capability deprivation’) Sen (1999: 87-110) nos recuerda un aspecto básico que fue importante para Adam Smith en su obra clásica Wealth of Nations, pero que ha sido olvidado por muchos de sus seguidores autonombrados en la actualidad. Es el significado del auto-estima y auto-respeto de los actores económicos, o mejor dicho, de los pobres (Sen, 1999: 71-88-136). Quiero relacionar esto con la importancia ética del concepto de dignidad humana frente a la globalización.

Pobreza obviamente tiene mucho que ver con privación de recursos económicos básicos. Sen subraya que lo importante no es la privación de los recursos en si, sino la privación de capacidades para hacer realidad metas - en otras palabras-, realizar su libertad personal en el desarrollo de sus capacidades y deseos. Dentro de esto, quizás lo más determinante es la privación del sentido de valor personal, el honor, el respeto público. Porque allí radica el fundamento interno y personal para hacer uso de las capacidades presentes (o para poder aguantar y sobrevivir a pesar de la ausencia de estas capacidades). Adam Smith hablaba de la importancia primordial de poder ‘appear in public without shame’, presentarse públicamente sin vergüenza. Sen lo usa para mostrar que pobreza no se puede medir simplemente con cifras o estándares mínimas, aplicables universalmente. Hasta cierto punto, la pobreza es un fenómeno también interpersonal y social. Este aspecto me parece sumamente importante al tratar el tema de desarrollo y ética, también en la obra clásica de John Rawls (1971:440-446) A Theory of Justice, el autor discute las bases sociales del auto-respeto, y como instituciones y políticas pueden influenciar estas (Citado por Sen, 1999:327).

Esta arista de la pobreza -la privación del respeto social o público, pobreza como sentido de vergüenza- es relativo, personal y contextual. No se puede medir de manera precisa y generalizable. Pero por eso no es menos importante, porque corresponde a un fenómeno humano reconocido universalmente que se expresa con el término ‘dignidad’. La dignidad es íntimamente ligada a la vulnerabilidad humana. Podríamos decir que la dignidad es la fuerza intrínseca de la vulnerabilidad, es su carácter inviolable.

Esta dignidad humana es, en mi opinión, tanto el presupuesto para cualquier proceso de desarrollo, como la meta del mismo. La dignidad es, en otras palabras, requerimiento mínimo y criterio de juicio de un proceso de desarrollo. El gran profeta y líder espiritual Mons. Romero de El Salvador decía que la vida es lo mínimo del máximo don de Dios. Algo parecido se puede decir sobre la dignidad en el proceso de desarrollo. Es un mínimo y un máximo; es un requerimiento y es la meta. Puede haber crecimiento económico, pero si en este proceso no se respeta, ni se fortalece la dignidad de las personas humanas, no representa un desarrollo verdadero. La buena sociedad en el sentido ético es una sociedad en la cual todos los seres humanos integrantes de esta sociedad reconocen, respetan y realizan mutuamente su dignidad humana. Este aporte, aunque parecido al aporte de Amartya Sen en el mencionado libro, se distingue de aquel al dar prioridad conceptual a la dignidad en lugar de la libertad. No creo que sean alternativas excluyentes. Al contrario, dignidad y libertad son profundamente relacionadas; se presuponen y se potencian mutuamente. No obstante, el enfoque de la libertad con todos sus méritos excelentemente elaborados por Sen, también tiene algunas limitaciones, lo cual ha mostrado claramente el fracasado modelo neo-liberal. Señalo algunas de ellas en forma de preguntas: 1) ¿Es la libertad realmente una meta, un fin en sí, o más bien, un medio, una capacidad para realizar algo? 2) La capacidad de evitar hambre, muerte prematura por enfermedades curables, así como acceso a educación o al trabajo 6 son adecuadamente definidas como libertades en sí? ¿No son acaso más bien definidas como condiciones para hacer uso de su libertad? 3) ¿Soy realmente libre frente a la vulnerabilidad-dignidad del Otro? Esto lleva a una discusión profunda del carácter ‘esencial’ de la libertad, en el cual sería fructífero en mi opinión nutrirse del pensamiento sobre libertad que presentan autores tan diversas como p.ej. Martín Lutero, Emmanuel Lévinas y Enrique Dussel. En breve, se podría decir que la libertad del yo en cierto sentido se restringe de la presencia del Otro, pero a la vez que libertad verdadera es ser ligado a ese Otro y poder responder a su llamamiento, poder servirle. En relación con la tesis de Sen, me parece necesario investigar más a fondo qué consecuencias esta limitación de la libertad propia por la defensa o promoción de la libertad de la otra persona tendría para el proceso de desarrollo.

Dignidad consiste de factores externos y factores internos. Sus factores externos son el reconocimiento, el respeto, y las condiciones concretas culturales, materiales, económicas, políticas, entre otras. Para tomar un ejemplo cercano: Asegurar las condiciones para que todos y todas aquí en Brasil puedan comer sus tres comidas al día es un asunto de cubrir necesidades básicas humanas. Pero más que todo, se trata de respetar y conservar la dignidad humana. Así mismo con el acceso a un empleo sustentable2 o a un pedazo de tierra que se pueda cultivar. La lucha política contra el desempleo y a favor de una reforma agraria que dé una distribución más justa de la tierra es más que todo parte de lo que podríamos llamar una ‘política de dignidad’.

Igual importancia, sin embargo, tienen los factores internos de la dignidad: Dignidad humana surge del auto-respeto, del auto-estima, de la autoafirmación de la persona. Se trata, en otras palabras, de la necesidad de amarse a si mismo. Pero no como egoísmo. Estamos, como Amartya Sen, lejos de afirmar el mal uso de la sentencia famosa de Smith 1910 acerca del carnicero, el cervecero y el panadero para promover el egoísmo como la virtud económica por excelencia “No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que esperamos nuestra comida, sino de la consideración que ellos hacen de sus propios intereses. Apelamos no a su sentido humanitario sino a su amor por ellos mismos...” (Adam Smith, citado por Sen, 2001). El amor a sí mismo lo entendemos como en el mandamiento bíblico “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18, San Mateo 19:19, par., - análogamente presente en casi todas las grandes religiones). Aquí encontramos una reflejidad, una relacionalidad, una interdependencia profunda, expresada en la pequeña palabra ‘como’ (como a ti mismo) que conforma el núcleo de la dignidad humana. La vida buena, la vida en plenitud entendida éticamente, depende de esta inter-relacionalidad entre lo interno (amarse a si mismo) y lo externo (amar a su prójimo). Esta interdependencia se puede expresar de varias maneras. En Africa del Sur es común hacer referencias al concepto de ubuntu, que subraya el carácter comunitario de la identidad de cada individuo: ‘Yo soy, en cuanto tú eres’. En la misma lógica, también ligado a la interpretación que E. Lévinas hace de la prohibición al asesinato ‘No matarás a tu prójimo porque tu lo eres’ ha desarrollado la tesis ‘asesinato es suicidio’ (Hinkelammert, 1996).

Cuando digo que estos factores internos de la dignidad son tan importantes como los factores externos, no quiero de-politizar el concepto. Lo que quiero subrayar es que la dignidad humana puede estar presente a pesar de la falta de un reconocimiento explícito externo de aquella; esto es lo que le da su enorme importancia como fuerza de supervivencia y resistencia en situaciones de marginación y opresión. La fuerza de hacerle frente a dificultades, de resistir, recuperarse, y seguir adelante (lo que en inglés se expresa con las palabras ‘coping’ y ‘resilience’) es al mismo tiempo fundamento y efecto de la vulnerabilidad-dignidad humana. Es más originario y va más allá de lo político, sin que en ningún momento se le reste importancia a lo político. Al contrario, la afirmación de dignidad propia lleva a demandas políticas fundamentales. ¿Será por eso que por ejemplo el movimiento zapatista ha tenido un impacto tan grande y ha adherido tantos simpatizantes mundialmente que se trata de una manifestación política de la dignidad de los excluidos?3.

¿Será por eso que los ‘sin tierra’ hoy se encuentran entre los actores sociales más importantes en Brasil - con repercusiones significativas en toda la región? ¿Será por eso que se hace cada vez más urgente y prioritario la tarea de promover el papel protagonista de la mujer en los procesos comunitarios de desarrollo? No es por nada que las luchas de las mujeres latinoamericanas, desde las madres y abuelas en Argentina y las viudas en Guatemala, hasta las líderes comunitarias en tantos países..., son reconocidas mundialmente como admirables ejemplos de cómo hacer de su vulnerabilidad y dignidad una fuerza de resistencia y nueva vida.

En resumen, la capacidad humana de verse aún en circunstancias contrarias como persona completa, integral y con valor intrínseco es un valor fundamental en el mundo actual de globalización. Por lo tanto el fortalecimiento de esta capacidad, expresado como dignidad humana, debe ser visto como requerimiento mínimo y criterio de juicio ético del proceso de desarrollo.